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Los gatos son animales fácilmente estresables. Cualquier cambio en el ambiente, ya sean olores, objetos, ruidos, etc, puede producirles un estrés perjudicial para ellos aunque a veces no lo expresen.
Una de estas situaciones difíciles para ellos es la visita al veterinario: Primero se encuentra encerrado en una caja a la que no está acostumbrado, luego le sacan de su entorno seguro, ya sea en coche o a pie (con mareos, sonidos e imágenes nuevas) y para terminar se ve en un sitio en el que huele a otros animales desconocidos y en el que una persona que no han visto nunca empieza a manipularle.
Por eso, la visita al veterinario debe empezar en casa. ¿Qué podéis hacer?
Primer paso: El transportín.
Los gatos necesitan tiempo para familiarizarse con el entorno y los objetos desconocidos. Por tanto debemos conseguir que vean el transportín como un lugar seguro. Si sólo lo usamos para llevarlo al veterinario lo verá como algo negativo y estresante. Lo ideal sería tenerlo siempre a disposición del gato, con una mantita dentro para invitarle a usarlo como cama o refugio y para que los olores sean familiares. También podemos ponerle juguetes o chuches dentro de vez en cuando. Adicionalmente podemos rociarlo con los sprays de feromonas felinas que comercializan y que brindan mensajes de seguridad y familiaridad.
Los mejores transportines son los rígidos con puerta frontal cuya mitad superior sea fácil de desmontar. Esto nos ayuda luego a poder explorar al gato sin tener que sacarle de su “zona de confort” y sin tener que obligarlo a salir.
Segundo paso: El viaje.
Siempre recomendamos que en el camino de casa al v
eterinario el transportín vaya cubierto con una manta, para evitar sustos y que vayan más tranquilos. La manta se puede rociar con algún spray de feromonas.
Mantendremos el transportín tapado durante todo el viaje y lo colocaremos en alguna zona del coche donde no pueda volcarse o moverse.
Debemos evitar ruidos fuertes.
Si tu gato es de los que vomitan/defecan/orinan en el viaje, coloca en el suelo del transportín un empapador y lleva otro de recambio para la vuelta.
Tercer paso: La sala de espera.
Es un momento importante puesto que aquí puede encontrarse con otros animales, personas, ruidos y olores desconocidos.
Es importante mantener el transportín cubierto con la manta que cogimos para el viaje.
Para reducir el estrés es recomendable pedir cita previa para evitar esperas innecesarias y conseguir así reducir el tiempo en este espacio.
Siempre es mejor mantener el transportín lo más alto posible. Si en el centro veterinario no existen estanterías altas dispuestas para este fin en la sala de espera, colócalo en una silla o encima de tus piernas. Nunca lo dejes en el suelo.
Y por supuesto, nunca se debe sacar al gato del transportín en la sala de espera: Puede entrar o salir de consulta algún perro y que al asustarse se produzca una pelea o que el gato se esconda en algún rincón inalcanzable, o incluso podría escaparse si alguien abre la puerta.
Cuarto paso: La consulta.
Aquí también entra en juego la maña del veterinario con los gatos.
Es recomendable no hacer movimientos bruscos y evitar ruidos fuertes (puertas, cajones, gente hablando, perros ladrando…). Debemos hablar con voz suave y tranquila.
Si el gato no quiere salir del transportín, retiraremos la parte superior para que el veterinario pueda explorarlo en su zona de confort. Si tenemos tiempo de consulta suficiente lo ideal sería dejar al gato tranquilo, con la puerta del transportín abierta, para que se vaya aclimatando y salga cuando él se sienta seguro.
Durante la consulta también se puede reforzar positivamente al gato ofreciéndole comida, juguetes y caricias.
Último paso: Vuelta a casa.
Lo mejor es dejar el transportín en el lugar habitual con la puerta abierta y que él salga cuando quiera, sin forzarle a salir y a interactuar con las otras personas o animales de la casa. Es importante dejarle que gestione el posible estrés sufrido en la clínica a su ritmo.
Cuando el gato ha sido anestesiado o sedado, es posible que los otros gatos de la casa le bufen a su regreso. En estos casos es mejor dejar al gato aislado en un lugar seguro para él con todos los recursos necesarios (arenero, comida, agua…) hasta que la situación vuelva a la normalidad.